“La AAPP debe seguir evolucionando en facilitar la comunicación con el ciudadano con diseños específicos basados en el control por voz y amoldando la inteligencia artificial a sus necesidades específicas”
¿Cómo evalúas la evolución de las Administraciones Públicas desde un punto de vista tecnológico en los últimos años?
Realmente, la evolución no debe medirse únicamente desde el punto de vista tecnológico. El paradigma de la transformación digital es mucho más que una actualización técnica, una selección de tecnologías/arquitecturas y la elección de unos proyectos determinados. Las Administraciones Públicas, no solo están experimentando una gran transformación en cuanto a tecnología, sino que necesariamente han tenido que ir evolucionando desde un punto de vista organizativo. Los departamentos tecnológicos no pueden asumir toda la carga del proceso de transformación, sino que debe existir un espónsor que se ocupe de la planificación estratégica del proceso, definir hacia dónde se quiere ir, fijar objetivos, indicadores, establecer un plan detallado que sitúe las iniciativas a abordar dentro de un calendario concreto y realizar un adecuado seguimiento. En este sentido, las organizaciones han ido redefiniendo su estructura interna para disponer de esta estrategia claramente definida, lo cual ha ido permitiendo alcanzar objetivos que tiempo atrás parecían muy ambiciosos.
¿En qué punto debería encontrarse la Administración en un horizonte de 3 a 4 años?
Hablando de tecnología, 3 o 4 años es un período que puede considerarse el infinito, dada la velocidad con la que se producen actualizaciones, llegan nuevos productos, herramientas y enfoques metodológicos. Pensemos en el concepto de metodologías ágiles que hace unos años se veía como una quimera y que hoy en día están implantadas en la mayor parte de los organismos. Pensemos también en cómo han cambiado los servicios que se prestan a los ciudadanos que han pasado de limitarse a publicación de información en una web a ofrecer soluciones móviles, emplear la información existente para establecer modelos predictivos y modificar los mecanismos de interactuación hacia modelos más flexibles. Es hacia este modelo de facilitar la comunicación con el ciudadano hacia el que las Administraciones deben seguir evolucionando, estableciendo diseños específicos basados en el control por voz y amoldando la inteligencia artificial a sus necesidades específicas.
¿Observas diferencias en cuanto a innovación y capacidades entre el sector público y el privado?
Los objetivos son diferentes. Existen metas comerciales y de branding en los organismos privados, que deben diferenciarse de la competencia ofreciendo mejores soluciones y reduciendo costes, lo cual requiere inversión en innovación y revisión periódica de las formas de trabajo. Es un entorno altamente profesionalizado y con metas muy a corto plazo que deben ser satisfechas. El sector público tiene como objetivo fundamental el correcto funcionamiento de las Administraciones y la prestación de servicios de calidad a los administrados. Para ello, hay metas comunes en ambos mundos como la mejora en la oferta de soluciones y la reducción de costes. Los principales elementos de diferenciación son la existencia o inexistencia de competencia y el grado de impacto de la situación económico-política, que suele afectar con diferente intensidad en función del momento en el que nos encontremos. Estos aspectos configuran una realidad diferente en cada caso que, en algunos casos, puede llegar a causar alguna dificultad al sector público.
¿Y cómo son estas diferencias en nuestro país?
Este país ha vivido durante los últimos doce años situaciones muy diferentes desde un punto de vista de ciclo económico. En 2007, España era la envidia en cuanto a creación de empleo y cifras de crecimiento; a continuación, vivimos una crisis profunda, muy acentuada por nuestras debilidades estructurales, durante la cual los presupuestos públicos necesariamente se contrajeron, motivado por una reducción de ingresos y un incremento del gasto público por ejemplo en pago de prestaciones por desempleo. Durante los últimos años se viene experimentando nuevamente una mejoría que, en todo caso, viene lastrada por el incremento del gasto en pensiones que irá incrementándose irremediablemente durante las próximas tres décadas. La crisis propició dos situaciones que marcaron esos años. Por una parte, se redujo la inversión y, por tanto, los proyectos innovadores en la Administración, yendo en algunos casos a trabajos mínimos de mantenimiento que permitieran continuar con la operativa diaria.
¿Cómo podría variar esta situación?
Algunos pasos importantes se han ido dando en los últimos años. Un aspecto clave es la transformación de asistencias técnicas en servicios gestionados, basados en la consecución de objetivos y en la medición de niveles de calidad. El cumplimiento de estos objetivos en tiempo y forma debe ser el alcance de cada uno de los proyectos que se liciten. Se ha avanzado mucho en este cambio de enfoque, si bien todavía en las Administraciones se observan modalidades de prestación mejorables.
En este sentido, sumidos en una fase poblacional en la que existe falta de medios humanos y, por tanto, de talento, debe avanzarse hacia modos de trabajo no basados en la presencialidad. Por fortuna, las herramientas tecnológicas de que se dispone facilitan el trabajo conjunto entre personas que se encuentran a miles de kilómetros de distancia sin que exista diferencia alguna con aquellos que se sientan en mesas contiguas. Actualmente, para los técnicos que se encuentran en el mercado tecnológico, el teletrabajo es una de las opciones más valoradas (por encima en muchos casos del propio salario). Esto, unido a la dificultad creciente para encontrar personal cualificado en las ciudades concretas en las que debe prestarse un servicio, hace necesaria la reconsideración, por parte de las Administraciones, de la necesidad de la presencialidad en la prestación de servicios, pues esta limitación dificulta contar con los equipos más apropiados e incrementa innecesariamente los costes que deben asumir las empresas.
Por último, ¿cómo puede Gfi ayudar a las Administraciones a alcanzar sus objetivos en los próximos años?
Aunque suene innecesario decirlo, con esfuerzo y calidad. Es nuestra máxima realizar servicios de calidad, garantizar el cumplimiento de plazos y trabajar codo con codo con nuestros clientes para asegurar que los proyectos finalizan con alto nivel de satisfacción. No son frases hechas, sino que son el verdadero motor de nuestro día a día y en ello nos volcamos. Gfi dispone de un amplio abanico de capacidades que pone a disposición de los organismos para acompañar en el proceso de transformación y evolución. Los proyectos tradicionales (desarrollos a medida, mantenimiento de aplicaciones, infraestructuras) son parte importante de nuestras colaboraciones actuales, si bien cada vez avanzamos más hacia nuevas líneas de trabajo mediante las cuales entendemos que los Organismos pueden avanzar en los próximos años. Aspectos como la integración continua, cloud, estrategias DevOps, chatbots, blockchain, hiperconvergencia, soluciones analíticas predictivas, ciberseguridad y otros aspectos dentro de la línea de onnovación nos permiten aportar valor diferencial y explorar vías de colaboración que faciliten a los organismos con los que trabajamos el cumplimiento de sus objetivos, traducidos en reducción de costes y mejora de servicios ofrecidos a los ciudadanos a los que sirven. Estamos muy agradecidos de poder continuar trabajando con nuestros clientes actuales y deseosos de poder iniciar nuevas colaboraciones en aquellos ámbitos en los que estamos seguros de poder aportar.